Saketini en dos versiones
El Saketini es un cóctel minimalista y directo. Mezcla sake con un destilado base, generalmente gin o vodka, y algún bitter aromático. Es un trago elegante, frío, con mucha presencia alcohólica y un sabor que no es para todo el mundo. Lo probé recientemente con una botella de sake que compré, y quise explorar cómo cambiaba el perfil del trago dependiendo del espíritu que usara.
Preparé dos versiones con la misma receta base y quedé sorprendido con lo distintos que fueron los resultados.
Receta base
- 60 ml (2 oz) de vodka o gin
- 30 ml (1 oz) de sake
- 1 dash de bitter de naranja
Preparación: Mezclar en vaso mezclador con hielo, remover suavemente, colar y servir en una copa previamente enfriada. Puedes decorarlo con una cáscara de naranja si quieres reforzar el aroma, pero yo lo tomé sin garnish.
Versión con gin
El aroma principal seguía siendo el del sake, muy presente, incluso después de remover. Al probarlo, sentí que el gin y el sake se peleaban el protagonismo. El sabor era fuerte, seco, y con notas cruzadas que no terminaban de armonizar. El perfil botánico del gin, especialmente si es uno con mucha presencia de enebro o cítricos, puede amplificar la aspereza del sake en lugar de suavizarlo.
La mezcla se sentía casi como una tercera cosa: ni gin, ni sake, sino un híbrido algo rudo. No era un mal trago, pero definitivamente no era redondo. Para quien disfrute sabores complejos y secos, puede tener su encanto, pero es exigente al paladar.
Versión con vodka
Esta fue mucho más amable. El vodka, al ser un destilado neutro, dejó que el sake tuviera el protagonismo, sin competir con él. El resultado fue un cóctel más balanceado, más fácil de tomar, donde la delicadeza del sake se mantenía intacta, pero enmarcada con claridad.
Además, la textura final fue más sedosa, y el amargo de naranja apareció de forma más sutil, como un fondo aromático en lugar de una nota dominante. El resultado fue limpio, suave y elegante, ideal para quienes quieren explorar sabores asiáticos sin que el trago se vuelva demasiado agresivo.
Nota visual
Algo curioso que noté fue que ambas versiones, servidas en copa, se veían prácticamente iguales. Transparentes, sin garnish, con la misma textura y claridad. Si alguien las miraba sin saber, podrían parecer intercambiables.
Pero al probarlas, la diferencia era total. Una mostraba una pelea de sabores intensos; la otra, una armonía suave y más limpia. Me pareció una buena muestra de cómo en coctelería, lo que parece simple a la vista, puede guardar una experiencia completamente distinta en boca.
Conclusión
El Saketini es un trago que se ve simple en la receta, pero que pide atención en la preparación. Tiene una carga alcohólica notable, y en ambos casos se siente fuerte, directo, serio.
Es ideal para servir muy frío, en porciones pequeñas, y mejor aún si lo presentas como algo especial. Personalmente, me quedo con la versión con vodka. Tiene elegancia y equilibrio, sin dejar de ser fiel al sabor intenso del sake.
Si te gusta el perfil seco y estás buscando algo diferente, vale la pena probarlo. Solo con cuidado —no es un cóctel ligero, ni para todo el mundo.
Reflexión personal
Este experimento fue una buena lección sobre cómo el espíritu base cambia completamente la experiencia de un cóctel, incluso cuando el resto de los ingredientes se mantiene igual.
El gin no fue malo, pero sí desafiante. Siento que ni el gin ni el sake dominaron, sino que generaron un nuevo sabor, más fuerte, más intenso, más complejo. Es algo interesante, pero no siempre lo que uno quiere en un trago.
Por otro lado, el vodka me mostró cómo usar una base neutra permite que el modificador (en este caso, el sake) brille con claridad. Es una decisión de diseño: si quieres un cóctel donde un ingrediente específico se luzca, tal vez el vodka sea el mejor soporte.
Al final, me quedo con la sensación de que este tipo de pruebas —comparar dos versiones de una misma receta— valen muchísimo la pena. Te enseñan a escuchar los ingredientes, no solo a seguir recetas.