Explorando el Pisco: mi experiencia en la Masterclass del Radisson Red
Ir al Blog

Explorando el Pisco: mi experiencia en la Masterclass del Radisson Red

4 de julio de 2025

Hace unos días, mientras navegaba sin rumbo por Instagram, me topé con algo que me llamó la atención: una publicación del hotel Radisson Red Lima anunciando una “Masterclass de Pisco” con coctelería en vivo. No era algo que estuviera buscando, pero me pareció una propuesta interesante, distinta a lo que suelo hacer, y bastante alineada con mi proceso de aprendizaje en el mundo de la mixología.

Le comenté a mi esposa que podríamos ir, que sería una buena excusa para probar algo nuevo, mezclar tragos fuera de casa y, de paso, conocer gente con intereses parecidos. Así que reservamos.

El evento se llamaba “Masterclass Pisco Huamaní” y, aunque el nombre suena a algo muy formal o académico, lo que vivimos fue algo mucho más práctico, entretenido y directo. La actividad fue una especie de taller participativo: una mesa alta, larga, con estaciones de barra completas, utensilios, copas y una botella de pisco Torontel lista para usarse.

Un bartender profesional del hotel fue el encargado de guiarnos. Comenzó con una breve explicación sobre el pisco, su historia, sus tipos y particularidades. Luego pasamos a lo que más esperábamos: preparar y probar tres cócteles de autor usando ese pisco como base.

Estación de trabajo en la masterclass

Los tragos

Sinsoni

Inspirado en el Negroni, pero con un giro peruano: lleva pisco, vermouth rosso y Sinsonte, un licor de ajíes peruanos. El resultado fue potente y aromático, con una amargura elegante. Lo preparamos en un mixing glass. El garnish fue una piel de naranja con la que se aromatizó el borde del vaso, y al final se aplicó un toque de humo usando un ahumador sobre el vaso. Fue la primera vez que veía uno en uso, y me sorprendió lo sencillo y efectivo que puede ser ese detalle.

Sinsoni con su aperitivo

Mistela Spritz

Una versión libre del Aperol Spritz, con pisco, zumo de naranja, mistela del mar y Cinzano Spritz para completar. Se sirvió directamente en una copa grande, sin agitar, dejando que cada capa se asentara naturalmente. El garnish fue una media rodaja de naranja colocada dentro de la copa, aportando aroma y un toque visual de frescura que flotaba entre las burbujas. El sabor era ligero y afrutado, con una burbuja amable. Fue el más refrescante de los tres, ideal para tomar al sol o como bienvenida en una reunión.

Mistela Spritz con aperitivo

Peruvian Punch

Mi favorito de la noche. Un trago frutal, dulce y tropical, con aires tiki y sabor a trópico peruano. Llevaba pisco, Aperol, zumo de maracuyá y crema de coco, una combinación que resultó en un equilibrio entre lo ácido, lo dulce y lo cremoso. Esta vez sí usamos el shaker, lo que aportó textura y cuerpo a la mezcla. El garnish fue una rodaja de limón deshidratado acompañada de una flor pequeña en el borde del vaso. El trago tenía color, volumen, aroma y un perfil que invitaba a tomarlo lento. Fue el cierre perfecto de la experiencia.

Peruvian Punch servido

Además de las bebidas, a cada trago lo acompañó un aperitivo especialmente seleccionado para complementar su perfil de sabor. Esa combinación ayudó a equilibrar aún más la experiencia, reforzando el carácter de cada cóctel sin distraer del protagonista. Fue un detalle sutil, pero muy bien pensado.

Detalles que valoro

Más allá de las recetas, fue la estructura de la experiencia lo que realmente me marcó. Desde el inicio estuvo claro que no era una clase rígida ni un bar informal: era un espacio preparado con cuidado. Cada participante tenía su propia estación con todos los utensilios, ingredientes, vasos correctos y proporciones ya listas. Eso hizo que todo fluyera bien.

También me pareció muy útil que cada trago se preparara con una técnica distinta: stir, build y shake. No solo se trataba de seguir recetas, sino de aplicar procesos reales y variados, en un entorno controlado. Y aunque no era un curso formal, la guía profesional estuvo siempre presente para resolver dudas, corregir movimientos o sugerir pequeños ajustes. Ese acompañamiento hizo que la experiencia se sintiera segura y formativa, sin ser pesada.

Otro detalle importante fue el garnish bien pensado en cada trago, desde el aroma al borde del vaso hasta lo visual. Y para cerrar el círculo, a cada cóctel lo acompañó un aperitivo que complementaba su perfil de sabor. Ese maridaje ligero, pero intencional, aportó equilibrio y ayudó a resaltar elementos del trago que quizá hubieran pasado desapercibidos.

No hubo exceso, ni presión, ni pretensión. Todo estaba orientado a que uno pudiera aprender, disfrutar y participar activamente.

Reflexión

Aunque fueron solo tres tragos, la experiencia fue completa y bien equilibrada. Tuvimos el tiempo necesario para preparar cada cóctel con calma, degustarlo sin apuro, conversar con los demás asistentes y disfrutar el ambiente. No fue una clase exprés ni una simple degustación rápida, sino un espacio pensado para vivirlo de principio a fin.

Me permitió poner en práctica conocimientos que he venido aprendiendo de forma autodidacta, pero en un entorno real, con ingredientes de calidad y acompañamiento profesional.

Además, fue una buena oportunidad para observar el servicio desde dentro, entender cómo se monta una barra de trabajo, cómo se organizan los ingredientes, y cómo se da la dinámica entre trago y cliente, incluso si el cliente eres tú mismo.

En términos de valor, la experiencia no fue costosa considerando todo lo que ofreció: tres cócteles bien estructurados, maridaje, explicación técnica, utensilios profesionales y un ambiente agradable para compartir con otras personas interesadas en la coctelería.

Lo más importante es que reforzó mi motivación por seguir aprendiendo. No fue solo preparar tragos bonitos, fue entender el porqué de cada paso, la lógica detrás de cada mezcla. Me quedo con la sensación de que este tipo de espacios son una gran forma de avanzar sin perder el disfrute del camino.

Lo más reciente en el blog

Leer más